EL MURALISMO MEXICANO UNA MIRADA AL PALACIO NACIONAL
El centro histórico de la Ciudad de
México por muchos años fue un lugar culturalmente olvidado ya que se
consideraba una zona enteramente comercial. Visitar el primer cuadro de la cuidad
podría inclusive representar una aventura peligrosa debido a los altos índices
de delincuencia.
Hace algunos años empezó la reconstrucción del centro histórico y sus
alrededores, hoy en día es un
lugar lleno de visitantes nacionales y extranjeros quienes en su andar por las
calles conjugan un crisol de colores, lenguajes y culturas. Aquellos que lo visitan
disfrutan de un agradable café al medio día, algún platillo típico mexicano e
incluso, una agradable noche en alguno de los bares que rodean las callejuelas
de los barrios, todo
esto sin las preocupaciones de inseguridad que se sufrían algunos años atrás.
El centro de la Ciudad de México siempre fue un lugar obligado para
conocer nuestra historia y sus transformaciones, es el epicentro de la cultura
que nos define. Dar una vuelta por las callejuelas generalmente conlleva nuevas
sorpresas: desde una visita al Templo Mayor hasta observar debajo de la
Catedral los restos de la antigua Ciudad de Tenochtitlan.
El primer cuadro de la capital es un tesoro inagotable de arte
mexicano. Gracias al rescate arquitectónico y artístico que ha tenido en los
últimos años, el centro ha sido revalorado como espacio cultural y tradicional.
Para conocer a grosso modo,
la historia de México basta con una mirada al mural de Diego Rivera: “La epopeya del pueblo mexicano”, que
fue pintado entre 1929-1951. Este mural abarca la escalera principal y prácticamente
toda el ala oeste del primer piso de Palacio Nacional. Recorrer la obra de arte
con la mirada es realizar un viaje exprés por la historia de México a través de
imágenes épicas, que además retratan el sentimiento del pintor.
El mural está dividido en tres partes y cuenta la historia en sentido
inverso a las manecillas del reloj. La “Historia
de México”: desde la conquista, independencia hasta la Revolución Mexicana;
“El Mundo de hoy y mañana”: visión
Marxista de Diego Rivera de los movimientos sociales y “México prehispánico y colonia”: el esplendor de la cultura azteca.
Todos estos murales fueron pintados durante un periodo de más de
veinte años; son una muestra de lo que pretendía dar a conocer Diego Rivera mediante
sus obras: desde su visión acerca de la Historia y su idea del futuro. Cabe
recordar que el contexto en que se desarrolla la obra de Diego Rivera (y de
otros muralistas como Siqueiros y Orozco), se encuentra profundamente
politizada por los movimientos
socialistas y su mayor fuente de inspiración estaba en la epítome de la
Revolución Rusa.
Al ver estos murales desde nuestra contemporaneidad, se puede observar
que Diego Rivera tenía el ideal de que ciertamente la Revolución Rusa
estableció un marco de referencia para los demás países, de que existía una
forma alterna de gobernar: a través de un gobierno popular en donde las
voluntades de las masas estuvieran siempre presentes. Gobernar al pueblo
aludiendo a las voluntades de las mayorías.
La influencia marxista en Diego Rivera y su visión de la sociedad
ideal está reflejada en la figura de de obreros que quieren tomar el poder para
gobernar por el bien de las masas. Es importante destacar que el mural está
enmarcado dentro de Palacio Nacional y refleja el pensamiento político del
Cardenismo, es decir, México de los años treinta.
El mural de Rivera y el primer
cuadro de la ciudad, de alguna forma simboliza todo lo que México es en su
actualidad, esta simbiosis cultural de lo prehispánico con lo español; un país
lleno de sincretismos culturales y religiosos que conforman la identidad del
mexicano; esta impresión nos da al caminar por el centro de la Ciudad de
México; en gran medida el mural de Rivera representa la riqueza cultural de un
país con sus múltiples evoluciones históricas.
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