GASTRONOMÍA EN EL ARTE DEL RENACIMIENTO Y BARROCO
Para producir arte, la persona es presa de sí
mismo y por tanto se condiciona en el espacio de tiempo en el que ocurren sus
vivencias personales más íntimas, así mismo el espectador es condicionado por
las mismas circunstancias de tiempo y espacio, lo que provoca que, la propia
vivencia sea fundamental en la creación artística.
El cocinero, como
artista, pone en sus platillos no solamente el conocimiento y la maestría en el
dominio de su profesión; pone también sus emociones, sus frustraciones, su
pasado y su presente; en primer lugar para la elección del platillo y sus
ingredientes y en segundo lugar para la interpretación del mismo, pues aunque
no lo parezca, existe una hermenéutica.
En la antigüedad y en
la Edad Media encontramos elementos de relación con la gastronomía, pero es en
el período del renacimiento en que las cualidades estéticas, la influencia de
oriente, el refinamiento social entre otros factores que inundaron las
distintas manifestaciones artísticas alcanzan también a la cocina encontrando
en Catalina de Medici a una gran amante de la buena mesa[1].
“La ostentación, la opulencia,
el lujo y la satisfacción de placeres comenzaron a ser pilares gastronómicos, una cocina fastuosa, estética en apariencia,
sumamente elaborada y con una nueva concepción comenzaba a imperar. Los
ingredientes que tradicionalmente se encontraban en las despensas más humildes
empezaban a llenar la de los más ricos, la influencia de otras culturas se
consideraba más allá de que el que se tuviese enfrente fuese enemigo. Todo lo
relativo entorno a la cocina y buena mesa era motivo de gran interés para los
gastrónomos renacentistas”[2].
La pintura del
renacimiento también tiene en algunos casos expresiones que hacen relación a la
gastronomía. Giuseppe Arcimboldi, pintor italiano del Siglo XVI, es conocido
por sus representaciones manieristas del rostro humano a partir de los
alimentos. La representación de La última cena de Leonardo contiene más allá de
su significado religioso una serie de elementos que reflejan un refinamiento en
la mesa.[3]
Así mismo podemos
mencionar las obras de los pintores de los Países Bajos Pieter Aersten
(Amsterdam, 1508-1575)[4] y las
distintas representaciones de Los cuatro
elementos de Joachim Beuckelaer (Amberes, 1533-1574)[5]
exhibidas en la Galería Nacional de Londres. Posteriormente Caravaggio (Milán,
1571- 1610) abarcando el Renacimiento y el Barroco pintará Cesto con frutas (1597-1598) que es considerado el primer bodegón[6] de la
pintura occidental, Baco (1597) y La cena
de Emaús (1596-1602) que podemos apreciar debajo por mencionar sólo algunas.
[1] Aunque ya existía,
Catalina
de Medici introduce el tenedor en la corte francesa en el Siglo XVI volviéndolo
un instrumento popular.
[3] Un mantel con bordados de decoración, la disposición y uso de la
vajilla, el protocolo en la asignación de los lugares con Cristo en el centro y
los apóstoles más queridos (Juan y Pedro) a su derecha.
[4] Bodegón con carne y con la
sagrada familia (1551), La
danza del huevo (15), Las Crêpes
(1562) o La cocinera (15) por poner
sólo unos ejemplos.
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