Blog, entrada # 4
Gabriela Monroy Yurrieta
Estética y Apreciación
del Arte
Bab´Aziz,
el sabio Sufí
Marzo
2, 2018
Bab´Aziz, el sabio sufí (2005) plantea de manera magistral uno de los más grandes problemas del
ser humano: su dificultad para alcanzar la autorrealización. El filme refleja
las diferencias que existen entre Oriente y Occidente, mostrando el universo
espiritual del Islam: el sufismo (a
través de sufís y derviches), en un mundo que cada vez tiene más hostilidad
hacia dicha religión.
Esta película trata el
tema de la pequeña Ishtar y su abuelo
Bab´Aziz, un sufí ciego que caminan perdidos en un océano de arena: el desierto.
Su destino es la gran reunión de derviches que se celebra cada treinta años en
un remoto y desconocido lugar. Para encontrarlo, deben tener fe y saber
escuchar con el corazón el infinito silencio de ese desierto.
En su largo camino, El abuelo
entretiene a su nieta contándole cuentos, como el del príncipe que se pierde en
el desierto y se convierte en derviche tras contemplar en el agua su alma. Bab´Aziz e Ishtar, conocerán en su
camino a diferentes personajes como Osman, que sufre por volver a ver a una
bella mujer que encontró una vez en el fondo de un pozo; Hussein,
quien busca al derviche pelirrojo que mató a su hermano; Zaid, cuyo canto hizo
que recuperara la belleza que había perdido o un príncipe que cambió su reino,
convirtiéndose en derviche, para así obtener paz espiritual. La película está
basada en el místico sufí Ebrahim Adham.
Para abordar tan complejo
tema Nacer Khemir, el director de origen tunecino se vale de una gran cantidad
de recursos fílmicos, cuyo objetivo final es lograr que el espectador
experimente la evolución de los personajes hasta alcanzar junto con ellos la
experiencia mística.
Lo anterior se hace posible tras ofrecernos durante buena parte de la
película elementos de temporalidad y espacialidad que nos hacen suponer que los
personajes no han sido siempre los mismos, que han ido de menos a más, de lo
superficial y exterior a lo profundo e interior. Para lograr tales efectos se
presentan un conjunto de historias paralelas en donde un primer grupo está
constituido por personas reales en torno a las cuáles se construye el argumento
de la película, mientras que un segundo grupo parece estar integrado más bien
por personajes ficticios, aparentemente emanados de las antiguas narraciones
didácticas de los grandes maestros del sufismo y a través de los cuáles se
presenta la diégesis, es decir, el discurso tácito, implícito que coadyuva a
alcanzar el objetivo narrativo. Personas y personajes van develando desde su
actualidad, desde su presente, el pasado en donde germinó una añoranza que
desean trascender y que nos presentan mediante anacronías a través del
flashback para posteriormente proyectar esas mismas añoranzas a futuro,
valiéndose del flashforward. Con tal objetivo es que las personas hablan sobre los
personajes, cuentan a través de ellos sus propias historias, aparentemente como
si se tratara de una analogía, de un reflejo, que se vuelve evidente cuando se
superpone a la interacción de los personajes una música, una voz o a veces
ambos elementos que no son escuchados por ellos (voz en off) pero, que en los
espectadores resultan de gran ayuda para descubrir las convulsiones que
experimentan las personas al lograr avanzar en su propia auto comprensión.
De manera semejante sucede con los lugares en que se desenvuelven las
historias de las personas y de los personajes, tratándose de sitios parecidos
en el concepto, transitando de los espacios bulliciosos a los semi despoblados,
para arribar en ambos casos a la soledad. Para enfatizar dicha traslación se
recurre también a diferentes planos de filmación que van desde las tomas
panorámicas acompañadas de ángulos en picado que permiten apreciar las
dimensiones de un poblado o, por el contrario, permiten evidenciar la nimiedad
de un ser en el desierto; o con mayor frecuencia los planos enteros en ángulos
normales para apreciar la interacción de las personas y personajes con su
entorno y entre ellos. Aunque para los momentos álgidos de la historia,
aquellos en donde se aprecia una evolución espiritual, se recurre a un
primerísimo plano en ángulo contrapicado o al plano detalle en ángulo picado.
Pero todo lo anterior, que ciertamente abarca la mayor parte de la
película, y que lleva al espectador a sentirse en medio de una vorágine de
transformaciones, finalmente sede su lugar a otros recursos de gran belleza y
calidad que poco a poco nos preparan a vivir la experiencia mística que parece
situarse en una espacialidad y temporalidad inexistentes en la trama fílmica,
pues parece situarse al interior de cada espectador, de cada ser humano.
Tal efecto se ha conseguido mediante la disminución gradual de los
sonidos, así como el cambio de temperatura que se advierte al sustituir el día
por la noche y con ello el uso de un filtro azul que aunado a la majestuosidad
de la bóveda celeste crea la sensación de elevación espiritual, en donde cada
persona se encuentra abruptamente consigo misma, hallando en la quietud la paz
y a través de ella comprendiendo que lo único relevante y trascendental es el
amor y que uno puedo fundirse en ese amor, vivirlo y manifestarlo de diversas
maneras.
El espectador no es ajeno a la transformación que se plantea en la
película, pues las narraciones que se ofrecieron en las diversas escenas gozan
de una universalidad que trasciende fronteras geográficas, étnicas y
culturales, que apuntalan la posibilidad de que el género humano se trascienda
así mismo, motivo por el cual resulta imposible negarse a participar de la
escena final de esta película en donde los cantos de voces graves ceden paso a
los instrumentos de aliento, cuyas vibraciones alcanzan las fibras más íntimas
de todo escucha y sirven de preámbulo para plantear la última reflexión de indiscutible
optimismo, omnipresente en todos los credos y más elaboradas filosofías: la
muerte no existe, es sólo “el matrimonio con la Eternidad”, motivo por el cual
no habría que temerla sino celebrar su liberadora llegada. La idea logra calar
entre otras cosas porque este último diálogo se sitúa justo en los minutos que
anteceden al alba, rompiendo la luz con toda oscuridad, disipando cualquier
duda, inundando a todos de certeza y paz.
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