Whiplash!!


¡Whiplash: my tempo!


Para disfrutar una pieza de Jazz hace falta madurar. Este no es un género para cualquiera, ya que uno va haciendo suyas la armonía y el ritmo con el tiempo. Al escuchar una melodía, que bien puede ser improvisada, basta con cerrar los ojos para transportarnos a un lugar íntimo y discreto, en el que fundamentalmente comparten un piano, una batería, un contrabajo y una trompeta o un saxofón.

Este fin de semana tuve la oportunidad de ver la película Whiplash y aunque fuese como espectadora, fui parte de una historia que -aún siendo ficción-, permite sentir la pasión y la devoción de sus protagonistas por alcanzar una inteligencia musical que te lleva más allá de la creatividad y la autosatisfacción.  

La historia no profundiza en el poder del Jazz o cómo incentivar positivamente a una mente brillante; más bien se enfoca en el abuso de un obsesivo mentor sobre su oprimido y joven discípulo, el cual demuestra con maestranza su pasión por la música.

Indiscutiblemente la película cuenta con un soundtrack delirante, igual que su historia.

¡Whiplash, definitivamente, my tempo !
 

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