Hesperus
La posibilidad de que existan poetas y escritores como
Jean Paul, es sólo porque pierden piso, se encuentran en la frontera entre la
realidad y el sueño, pero sólo como un sueño onírico-vivo, una vida que se
convierte sólo en una realidad que funciona a partir de símbolos, donde pensar
al mundo fuera de la metáfora es no pensar a al mundo, sino que simplemente se
contemplaría la realidad.
Escribir sobre un mundo así y describirlo, lleva a la
creación de una nueva imaginación de mundos que sólo son pensables y pensado en la
fantasía, en el sueño y en la alucinación, el hombre se encuentra subsumido a
las verdades del mundo, que no son más que sombras que invaden nuestro mundo,
pero que son iluminadas en el sueño, en la nueva creación, en la creación
poética.
Dios es el garante de la felicidad y del terror, es aquél
que todo lo mira, que provee, pero asusta, que quita aquello que no se puede
esperar, la muerte señala un miedo para Jean Paul que no le permite más que
aterrorizarse, paralizarse, pero asombrarse, no queda más razón en el mundo que
la simple tendencia a la muerte, una muerte anunciada, pero que simplemente
todavía no llega.
También queda configurado y comprendido como un yo,
único, universal y capaz de serse sólo por y para sí mismo; no depende más que
se sí, da miedo el hacerse responsable de uno mismo, por eso dice que se echó a
temblar en cuanto realizo que de hecho el era un yo, un yo real que estaba allí
y que podía dejar de ser yo.
Otro problema existente es el alcohol y otros
alucinógenos, ya que provocan un existencialismo en una mayor medida, dan cuenta
de la forma en la que Jean Paul no puede más que serse desde otro, desde un
objeto que lo pone frente a sí, que lo lleva a un sueño perpetuo, lo marca
entre un ateísmo y un teísmo extraño.
Los sueños se vuelven representaciones que nutren a
nuestra realidad y no ya, como había pensado Séneca y, posterior a Jean Paul,
Freud, que lo sueños son aquellas representaciones de la vida inconsciente,
pero que se hace consciente en el momento en que sale en el sueño.
De ello se sigue que la inspiración del artista, que la
apreciación del esteta, sólo pueda ser configurada a partir de la existencia de
los sueños, de la realidad disfrazada por el mundo onírico que lo llevaba a la
infancia, le recordaba quien no era, pero quien sí pretendía ser.
Queda muy vaga la comprensión estética de
Jean Paul, sólo a partir de estupefacientes no podemos explicar una obra
estética, sino que se necesita de una fuerza mayor, una necesidad de velar por
una realidad que no sólo se encuentre allí, sino que, aunque esté repleta de
elementos del mundo onírico, de las alucinaciones, entre otros factores “no
normales”, sí, al menos, tengamos la capacidad de poder distinguir entre lo que
es parte de una realidad y cuales partes son del sueño.
La comprensión, inclusive, queda recatada a lo que en la
vida despierta nos quiere decir, pero no a lo que los sueños dormidos realmente
significan, entonces ¿dónde queda la diferencia entre el ensueño y el sueño?
Bibliografía
Beguin, Albert. El alma
romántica y el sueño. Bogotá: FCE, 1994.
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