El museo en el
capitalismo
Es sorprendente conocer el papel de
los museos ya no sólo dentro del sistema del arte, sino como elemento central
de la planificación de una ciudad. Nuestra reflexión gira en torno a la ciudad
de París, siendo el museo una herramienta de desarrollo urbano y turístico. Se
podría incluso hablar de un producto de marketing turístico, cultural y urbano.
París es el principal destino turístico en el mundo con aproximadamente 30
millones de visitantes cada año y de igual modo, es un centro económico europeo
importante. El 86% de los turistas visitan al menos un museo. Diego Navarrete
Escobedo afirma a través de su artículo[1] que París ha intentado a
partir de la década de 1970 y hasta ahora, volver al esplendor que la
caracterizó en el siglo XIX. Para lograr dicho objetivo, se han enfocado en las
artes y en la arquitectura; ambas expresiones convergen en los museos, tal es
el caso del Centro Pompideou, considerado como el monumento genial de la
modernidad.
El producto museográfico se ha
adaptado cada vez más a las expectativas de un público más amplio, tras la
aplicación del principio de “democratización de la cultura” desde 1960. Los
museos globalizados evolucionan con la especulación sobre el mercado mundial
del arte, con la fusión y la comercialización de colecciones y con la creación
de franquicias museográficas de marca global. Los museos han sufrido
estructuras en cuanto a es la entrada triunfal y expansiva de los espacios de
consumo en la estructura espacial de los museos. Un ejemplo de ello es el
Louvre, que cuenta ahora con un centro comercial subterráneo adjunto, compuesto
por boutiques, librerías, zona de comida y cafeterías.
Es así como se ha iniciado la
competencia entre los nuevos museos, para que el diseño arquitectónico sea cada
vez más audaz, sofisticado y vanguardista en términos formales y tecnológicos
tanto en los edificios como en las museografías. El diseño puede convertir al
museo en el icono de la ciudad entera. A todo esto, hay que agregar que las
nuevas tecnologías imponen una nueva forma de ser y de contemplar el museo,
siendo ese tipo de experiencias “postmodernas” causantes del desvanecimiento de
una de las actividades fundamentales del museo: la simple contemplación y el
valor cultural que los objetos portan por sí mismos.
La creación de museos y espacios
artísticos es vista como motor de regeneración y reestructuración urbana. Durante
el último cuarto del siglo XX la rehabilitación de edificios industriales y la
vitalización urbana con fines culturales se han convertido en verdaderos
talismanes para conseguir financiación de los poderes públicos en las
principales capitales nacionales y regionales de los países europeos y
norteamericanos.
El Centro fue inaugurado en 1977,
el criterio para la concepción del museo fue la construcción de un espacio
artístico, cultural, de creación y educación abierto a una diversidad de públicos.
Se logró por medio de una buena organización espacial y una arquitectura
futurista. Respondió a las prioridades
locales de la planificación parisina, la de resolver una crisis de precariedad
de la vivienda en ese barrio y la de introducir una vitalización de un área
central sumamente degradada. En su momento el Centro Pompidou desató fuertes
críticas como objeto urbano-arquitectónico y como objeto de consumo cultural
masivo. Para varios grupos intelectuales y artísticos representaba el declive
de la cultura, su muerte y el surgimiento de una contracultura negada por una
arquitectura exterior.
A cuarenta años de su apertura el
Centro Pompidou ha alcanzado el objetivo de acercar la cultura a las masas, también
ha contribuido a la notoriedad internacional de París, atrayendo muchos
visitantes. Sin embargo, no todas las áreas son gratuitas, el precio promedio
de entrada es de 14 euros, por lo que sus turistas son mayoritariamente de
ingresos altos. Además, sigue cada vez más las lógicas de un museo-empresa. Desde
su renovación en 2000 las áreas comerciales (boutique, librería, cafetería y
restaurant), toman una mayor presencia en términos de superficie con el fin de
hacer más rentable la institución.
Respecto al desplazamiento de
poblaciones; el resultado urbanístico de los museos que obedecen a la lógica de
la revitalización urbana y económica es, tarde o temprano, una gentrificación.
Así progresivamente la sociedad se polariza espacialmente y las clases acomodadas
prefieren establecerse en aquellos perímetros mejor equipados culturalmente y
entre sus iguales. Mientras las clases populares terminan relegadas a zonas en
declive o precarizadas, cada vez más lejos de los barrios centrales preferidos
por los nuevos museos.
Se podría decir que las
innovaciones son reflejo de lo que ocurre en la cultura, en el arte, en el
capitalismo actual, en la modernidad y en la era de urbanización contemporánea.
El museo se adapta, se encuentra en constante mutación según los discursos
políticos, la evolución del mercado turístico, de la economía y de las
doctrinas culturales. Gracias
a su valor simbólico el museo se ha vuelto indispensable para propulsar la
eficiencia de las ciudades turísticas en el contexto de una economía mundializada
y postindustrial.
[1] David Navarrete Escobedo. “Museos
y urbanismo en la ciudad turística: Centro Pompidou, Quai Branly y Fundación
Vuitton en París como casos de estudio.” Arte
y Ciudad: Revista de Investigación, Nº 11, 2017. págs. 157-184
Centro Pompidou, París, Francia
[1] David Navarrete Escobedo. “Museos
y urbanismo en la ciudad turística: Centro Pompidou, Quai Branly y Fundación
Vuitton en París como casos de estudio.” Arte
y Ciudad: Revista de Investigación, Nº 11, 2017. págs. 157-184
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