El Barroco como arma en el Viejo y el Nuevo Mundo



Hay un hecho fundamental que enmarca y diferencia el arte Barroco del Viejo y del Nuevo Mundo: en Europa se preocupaba por mantener el status quo; en América la intención era crear uno nuevo. Ambas culturas se encontraban a un paso del precipicio del cambio… uno decadente, el otro, naciente. España estaba a unos cuantos años de perder su puesto hegemónico, a pesar de su momento cumbre en las artes, mientras que la Nueva España estaba empezando a reconocer su potencial, lo que estaba llevando a la sociedad a una crisis de identidad, si bien su economía seguía creciendo. En estas sociedades convulsas, los artistas luchaban por hacer su propio camino, por enaltecer su oficio y por ser reconocidos por su talento y su perspicacia.

Los influjos extranjeros modificaron el estilo del arte en España pero no lo separaron de su propósito primario: servir a la Iglesia en la Contrarreforma. Con todo, se logró formar una pintura particular de la península ibérica, que sería a su vez exportada a las Indias Occidentales. Los artistas americanos lo recibieron con hambre de mejoría propia, pero por la situación social en la que vivían, poco a poco se fue dando un desenfoque al objetivo del arte: sí, no dejó de ser religioso o apropiado para el gusto del Virreinato, pero empezó a dejar entrever el nacionalismo novohispano, introduciendo elementos de la cultura mesoamericana, en una búsqueda por encontrar la identidad mexicana. Así, las diferencias entre ambos estilos podrían no ser muy evidentes a simple vista, pero sabiendo lo que hay detrás, se logra ver al Barroco como un arma en los dos mundos. 

Bartolomé Esteban Murillo, Los desposorios de la Virgen, h. 1670, óleo sobre tabla, 76.2 x 56.5 cm, The Wallace Collection, Londres

Cristóbal de Villalpando, Los desposorios de la Virgen y San José, h. 1675, óleo sobre lienzo, Museo Nacional de Arte, Ciudad de México
Para saber más: 
Parkinson Zamora, Lois. La mirada exuberante: barroco novomundista y literatura latinoamericana. Traducido por Aura Levy. Madrir: Iberoamericana, 2011.

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