Las pasiones en el arte barroco


Las pasiones en el arte barroco


El estudio de las pasiones data desde el siglo IV existen tratados sobre las pasiones: “Los maestros espirituales de los primeros siglos del Desierto Cristiano, los llamados «Padres del Desierto», después de años de observación y de práctica espiritual, nos legaron varios «métodos» para purificar nuestra mente y llegar a un estado de paz y tranquilidad, con el fin de prepararnos para el camino espiritual” (Leandro, 2015). Lo importante aquí es la lucha contra los obstáculos que impiden a la persona el progreso interior. Evagrio Póntico y Juan Casiano hacen un elenco de ocho “logismoi” que son pensamientos, vicios, tentaciones o impulsos que turban la mente en el camino espiritual. Estos son descritos como: avidez o gula, fornicación o lujuria, codicia o avaricia, tristeza o angustia, ira o aversión, acedia, vanidad y orgullo. Estos pensamientos pueden convertirse en deseos y en pasiones, pero esta lucha permite a la persona ser libre de ataduras que impiden desarrollar mejor la vida y crecer en la vida del espíritu.
Hacia finales del S. XVII Le Brun realiza unas conferencias con el título de: Conférences sur l’expression des passions. LeBrun colabora con Luis XIV y como director de la Academia de Pintura y escultura supervisa casi todas las obras pictóricas encargadas por el rey: «Lo que perseguía Le Brun era establecer un catálogo de las pasiones, definirlas morfológicamente y explicar cómo se deben dibujar» (Bellés, 2009). Propone esto al servicio de la pintura como una manera en la que el alma se refleja en el cuerpo y en su famosa conferencia busca explicar con detalle cómo se deben pintar cada una de las pasiones o emociones. Con una clara influencia de Descartes busca mostrar no sólo su apariencia externa sino sus consecuencias fisiológicas, “pues Según Descartes, los «espíritus» son átomos invisibles que circulan por las venas y los nervios desde la periferia del cuerpo hasta la glándula pineal, en el centro del cerebro. Como el rostro es la parte del cuerpo más próxima a la glándula pineal, es natural que sea la que más pronto y más claramente reacciona a la emoción, de manera que cejas, boca, ojos, sobreceja y nariz sean los vehículos de expresión más inmediatos”. (ibídem) Su aproximación al tema de las pasiones no toma en cuenta la moralidad de las mismas, ni propone un método para hacerlas formar parte de la construcción del ser humano, aquí su función es primordialmente descriptiva. Y hace esta descripción desde sus características fisiológicas.


La admiración (izquierda) y el horror (derecha), de Charles Le Brun, grabados por Jean Audran. / Imagen extraída de Charles Le Brun y Jean Audran, 1772. Paris.

El renacimiento en su deseo por mostrar la perfección del cuerpo humano desde su estudio por los cánones clásicos ve un cambio de mentalidad en el hombre y sobre todo en los artistas en un intento de encontrar una humanidad más real. “El hecho más importante que determina el leve proceso de transformación del manierismo al barroco se concreta en las pasiones del alma, si bien el manierismo ya comprendía situaciones en donde el ser humano era más que un perfecto estudio de los cánones clásicos, el barroco comenzó a entender el detrás de esos cuerpos. El naturalismo barroco es un fiel testimonio de esta transformación del ser humano (Dántola, 2014)
La pintura es un fiel testimonio de los cambios que se operan en las mentalidades, esta vuelta a sí mismos y la reflexión sobre lo que sucede en el interior del hombre lleva a la reflexión sobre las pasiones. En muchas de las pinturas religiosas que predominan en el barroco, es de notar que, en medio de los pasajes bíblicos, no solo se pretende una descripción externa del pasaje mediante personajes idealizados, sino que remonta al espectador a su propia experiencia interior mediante la expresividad de los personajes involucrados en las escenas. Con su característica teatralidad y diferentes manejos de la luz, con su forma de pinar posturas corporales forzadas, con escorzos y rostros con emociones reales, mucho menos idealizadas y más cercanas, incluso algunas desafiantes. El arte del barroco entra en un diálogo con su interlocutor buscando provocar una respuesta. Ya no es un arte para admirar desde lejos, sino es un arte que toca el interior de la persona, le remueve por dentro y conecta con la interioridad, con las emociones de la persona que lo mira. Es una especie de espejo de sus propias emociones, pasiones, sentimientos, pensamientos ante los que se puede sentir interpelado.
Este hombre moderno, busca descubrirse a sí mismo, y encontrar una forma de hacer esto en el arte, especialmente en la pintura, pero no exclusivamente, pues la música se hace eco de esta necesidad humana y va conectando cada vez más con su sensibilidad. Siendo ésta por naturaleza cambiante y a veces caprichosa y menos “clara y distinta”. A este hombre es al que busca reflejar en su arte.

III.              Clara Peeters y su Vanitas


Vanitas, Clara Peeters 1594, óleo sobre tabla, 37,2 x 50,2 cm, Museo del Prado

Es una obra analítica llena de detalles mostrados de forma magistral y minuciosidad en sus joyas, orfebrería, su reflejo. Un juego de luces y sobras colocando la iluminación en el rostro, de la que muy probablemente es la autora de la obra.
Con claridad se muestra aquí este intento por reflejar el interior de las personas. En Clara Peeters en su Vanitas, se muestran ejemplos de estas pasiones del alma antes mencionadas y lo pasajero del mundo. La vanidad, representada en su vestimenta y arreglo personal y en las flores, que muestran unas en su plenitud y otras marchitas, también simbolizan la fugacidad de la belleza. Los demás elementos en el cuadro como el dinero tirado, puede ser representación de la avaricia. La burbuja como lo efímero de todo lo que está plasmado en el cuadro. El desorden, los objetos tirados y no colocados la contingencia de los bienes humano y de su propia existencia. Y que detrás de las apariencias el interior del hombre, sus verdaderas aspiraciones no se satisfacen totalmente con lo temporal.
El arte, sobretodo en esta época, hace referencia a este elemento presente en el ser humano y lo exalta. al hacer esto nos muestra partes que "estando ahí" no hemos mirado suficientemente. y esa es la magia del arte, que en su expresividad nos permite entendernos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.