La mentalidad medieval creó un simbolismo ambiguo de la mujer,
representando a la figura femenina en los extremos de la santidad y la
corrupción. Dicha concepción de la mujer, la desnudó de su poder, la disminuyó
jurídicamente y la excluyó políticamente. La sociedad medieval fue una
cooperativa de dominación masculina, una sociedad gobernada por los prejuicios
y luchas de poder entre los hombres. En vista de que la representación femenina
fue creada por el sexo masculino, la mujer fue condenada a figurar en la
sociedad medieval como el resultado de las ideas misóginas, pasando a ser una
mera representación de sus inseguridades.
Christine de Pizán es un elemento
clave en la visión medieval de la mujer, arranca a la mujer de los prejuicios
misóginos del cristianismo y la regresa a la esencia del ser humano; en
igualdad y comunión con el hombre. En mi opinión, Christine de Pizán en sus miniaturas
restaura la identidad del sexo femenino al “yo” y a la persona, la rescata del
odio de la sociedad patriarcal. Pizán es la primera escritora y artista
occidental que emplea de manera consciente el “yo” como símbolo de la
autoafirmación femenina ante un mundo dominado por varones. Este “yo mujer” se
convierte en la base de la causa feminista en las mujeres del Siglo XV en
adelante, establece los fundamentos de lo que vendría a ser la mujer en los
siglos a seguir.
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