Tres estudios de figura en la
base de una cucifixión (1944), de Francis Bacon
Pintor inglés de origen
irlandés, figura destacada de la denominada Nueva Figuración, tendencia que se
desarrolló a lo largo de los años sesenta, tras el agotamiento del
informalismo. En el panorama del arte de la posguerra, el expresionismo
figurativo de Francis Bacon ocupa un lugar aparte, difícilmente relacionable
con algunas de las distintas tendencias artísticas que recorren esos años. Toda
la trayectoria pictórica de Bacon se caracteriza por una profunda
independencia, que hace de su pintura un referente inconfundible del arte
europeo de la segunda mitad del siglo XX. Bacon, además, influyó en gran medida
en los artistas del movimiento pop inglés.
Aunque sus primeros ensayos
datan del período comprendido entre 1929 y 1944 (la mayoría de estas telas
serán destruidas por el propio pintor), es durante la posguerra cuando da a
conocer el tipo de pintura que le hará célebre. Ya en sus Tres estudios de figura en la base de una crucifixión, de 1944,
aparecen las claves a las que responde su pintura en las décadas siguientes.
La visión atormentada de Bacon
había de llamar necesariamente la atención de un público traumatizado por la
experiencia de la Segunda Guerra Mundial y todos sus males; pero así como los
pintores informalistas orientan su angustia existencial hacia la
indeterminación de la abstracción matérica, Francis Bacon elige la figura
humana como motivo central de sus cuadros, y la somete a deformaciones y
alteraciones hasta un nivel no conocido con anterioridad en la historia del
expresionismo. Ya sea en sus retratos y autorretratos o en composiciones más
complejas, los cuerpos mutilados, los órganos atrofiados y todo tipo de
anomalías anatómicas dan como resultado una imagen del horror que se inserta en
un espacio indefinido, de fondos monocromáticos, que comunica una sensación de
aislamiento y claustrofobia.
La apuesta de Bacon por la
figuración se formula desde la más absoluta subjetividad, tomando de la
vanguardia aquellos elementos que le convienen para conseguir expresar la
torturada realidad del hombre contemporáneo. Para la construcción de los seres
que pueblan sus lienzos hace uso de la gestualidad del informalismo, la
distorsión expresionista y la evocación onírica surrealista (la emotividad en
sus diversas formulaciones). Tales seres quedan superpuestos a grandes superficies
de color plano, ordenados muy cuidadosamente; para ello sigue normas extraídas
de la tradición abstracta geométrica más austera, siguiendo la más rigurosa
racionalidad compositiva. Emotividad y racionalidad confluyen, pues, en la
pintura de Bacon, y se conjugan en un equilibrio extraordinariamente fértil y
perturbador.
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