A principios de la década de
los 50, los artistas norteamericanos comenzaron un movimiento de vanguardia con
una identidad propia y diferente a las corrientes europeas surrealistas y
constructivistas. A partir del aislamiento propio de la posguerra, Estados
Unidos comenzó a dar testimonio de una identidad artística hegemónica y un
estilo de pintura de manufactura del tipo "americano", conocido como:
expresionismo abstracto.
Pronto aparecieron nuevas
clasificaciones y adjetivos para las propuestas vanguardistas de posguerra de
la escuela de Nueva York. C. Greenberg utilizó el término New American
Painting, en tanto que H. Rosenberg clasificó estas manifestaciones como Painterly
o Action Painting para clasificar a toda la pintura que fuera abstracta o
figurativa y que recurriera al automatismo expresivo; entendido éste como una
emancipación de una espontaneidad sin ningún sometimiento de la razón o de
cualquier estética dogmática.
Mark Rothko apareció como
figura emblemática de esta New American Painting al enfatizar en su obra el
afán de superar el objeto como tal. De esta forma, la obra se convierte en un
todo coherente y unitario a base de tensiones profundas y relajamientos
superficiales.Para lograr su propósito,
utilizaba la superposición de largas bandas de colores que se fundían entre
ellas por medio de diversos tonos y la impresión de sus contornos. Rothko
restituye a la pintura una cualidad olvidada durante varios años. Vuelve en su
obra a suscitar atmósferas inmateriales sublimadas por el color y la luz. En
las que, además, existe una búsqueda por una nueva modulación espacial por
medio de los monocromos, con la intención de obtener, a través de la aplicación
de capas de color, una expresión tetradimensional.
Encuentra en el color, a manera
de color field, el único medio de
expresión utilizando grandes formatos y colores flotantes paralelos
-suspendidos- al plano de la pintura, recreando, así, un espacio indeterminado.
Restringe el trabajo a dos o tres suavizados rectángulos que casi llenan la
mayoría de la superficie en vertical del lienzo a manera de un ícono abstracto.
Aparece en Rothko, por primera
vez en la historia del arte, el uso del color como forma que es contenida en un
sencillo plano, incrementando de esta manera la tensión entre varios colores
ácidos y no modulados con formas simples, redefiniendo el plano de la pintura.
Progresivamente, Rothko fue ampliando el formato del lienzo para suscitar en el
espectador una sensación de sumergimiento sensorial en la imagen pictórica abstracta,
ya que la relación espectador-cuadro era fundamental para la configuración de
su obra.
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