En épocas anteriores generalmente los
ámbitos de la vida diaria no quedaban registrados en los textos que quedaron
para la posteridad; sin embargo, las obras de arte pueden ser una fuente de los
mismos, ya que logran captar facetas de la sociedad en las que fueron creadas.
Los aspectos cotidianos del Renacimiento, por ejemplo, no son fácilmente
percibidos si se lee, digamos, el Discurso
sobre la Dignidad del Hombre de Pico della Mirandola, pero pueden ser
divisados en un cuadro de da Vinci. El historiador de arte Micheal Baxandall
creó una teoría al respecto y la llamó el “ojo de la época”. Esta teoría
plantea que los hábitos visuales de las personas en un periodo de tiempo
determinado son influenciados por los factores culturales bajo los cuales se
desarrollan. La sociedad en la que se forma un artista va a moldear lo que va a
captar su atención visual y luego plasmará en sus obras. Así, los cuadros van a volverse un registro social y
mostrarán el bagaje cultural del artista, mismo que determinará la
interpretación de sus creaciones.
Por ejemplo, antes del Renacimiento los
paisajes no eran realmente apreciados y por lo tanto aparecían, en algunas ocasiones, como
fondo en los cuadros… eran relleno, por así decirlo. Conforme la sociedad fue
tomando conciencia de su belleza, la situación cambió: Leonardo da Vinci fue de
los primeros artistas que “vio” los paisajes y los consideró como un elemento que
podría ser importante en sus cuadros, y así empezó a reproducirlos. Unos años
después Giorgione va a ser quien pinte el primer paisaje “oficial” de la
historia del arte occidental: el paisaje es el componente principal de la
composición, mientras que las figuras humanas pasan a un segundo plano.
Leonardo da Vinci, La Virgen de las rocas, óleo sobre
tabla, 1483-1485
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Giorgione, La tempestad, óleo sobre lienzo, 1507-1510
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